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·10 de mayo de 2024

El Real Madrid nunca se rinde: las remontadas no son cuestión de suerte

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Algo que se repite asiduamente no puede estar relacionado con el la arbitrariedad del azar. Lo de las remontadas del Real Madrid, por tanto, no es una cuestión de suerte

Las remontadas del Real Madrid empiezan a generarse desde la mentalidad ganadora del club. El pensamiento de que nada está perdido hasta que el árbitro no pite. La concepción de no sentirse inferior a nadie por la historia, por la grandeza y por la confianza de unos jugadores en los otros.

Es una especie de exigencia autoimpuesta que impide levantar la bandera blanca si no lleva consigo el escudo del Real Madrid. Se afrontan las adversidades como un reto, una oportunidad de demostrar porqué el Real Madrid es quien es.


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Eso se demuestra en que cuando un futbolista se enfunda la camiseta del Real Madrid sabe que está en un sitio especial. Está en la cúspide del fútbol mundial y, como tal, debe buscar superar sus límites, alcanzar la excelencia, ser el mejor.

Se puede ganar y se puede perder, pero siempre se exige competir. El club blanco y su afición se imponen estar ahí, a pesar de todo y de todos.

La afición madridista exige a sus jugadores y todo aquel que represente al Real Madrid, el desafiar los límites. Se pide lucha, esfuerzo, sacrificio, corazón. Que el equipo tenga alma y represente el sentimiento que millones de madridistas a lo largo y ancho del mundo tienen cada vez que ven al Real Madrid jugar. Una vez entendida esa responsabilidad, la aspiración es clara: ganar. Y si no se gana, caer con honor y volver a levantarse en busca de revancha.

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OSCAR DEL POZO / AFP via Getty Images

Una voracidad que nunca termina, un seguir mejorando para mantenerse en lo más alto. No se equivoquen, el Real Madrid y su afición también han sufrido. Han existido momentos críticos y sequías. Pero sin embargo, lo que nunca hará el madridista, es hacer de la derrota una virtud en la que acomodarse. Un madridista puede aceptar perder, pero no puede dejar pasar el no haberlo intentado hasta el final.

A todo ello, hay que sumarle la calidad de sus futbolistas. La comunión generada entre todos los estamentos del club y la grada. Un sentimiento que no necesita ser hablado, si no sentido. Y por eso da igual de que parte del mundo seas o tu idioma, porque el madridismo se siente igual. Eso es algo que cala hasta los huesos y que actúa como un combustible que enciende el motor del corazón y que lleva en volandas al equipo a creer en lo que no se puede ver.

Y si la suerte te llega, que te encuentre trabajando. El Real Madrid es el que más busca la suerte. No sirve con decirlo, hay que demostrarlo. Cuando el Santiago Bernabéu ruge y el equipo se viene arriba, se sabe que algo puede pasar y va a pasar.

El conjunto blanco se carga de argumentos futbolísticos, espirituales y místicos para ir arriba con todo. Ayer el Real Madrid es valiente, como casi siempre que toca remontar. Deja un futbolista defendiendo y cree firmemente que va a remontar. Empiezan a levitar sobre el césped, a ganar cada balón dividido y los ojos se inyectan en sangre. Se despierta la mirada voraz del hambre de victoria y el rival empieza a sentir los fantasmas del Bernabéu y sus remontadas sobre sus cabezas. Y sucede.

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David Ramos / Getty Images

La historia, el fútbol, la grada, los futbolistas, la valentía y la fe hacen que vuelva a suceder. Pero esto no ocurre en todos los equipos. Nadie sabe jugar esos minutos con la precisión, la certeza y la valentía del Real Madrid. Las remontadas no surgen, se buscan, se generan, son un arte.

El Santiago Bernabéu es el templo de lo imposible. Es el lugar donde suceden las cosas más increíbles. Donde se desafían los limites de la realidad. Un manicomio de personas conectadas por un sentimiento y una fe inquebrantable. Donde se respira la esencia del madridismo que se escapa y extiende sin remedio desde Concha Espina a cualquier rincón del planeta.

No es una cuestión de suerte porque eso sería arbitrario. Es mucho más que una coincidencia constante. Mucho más que un embrujo o cualquier tipo de magia oscura. Ni siquiera tiene que ver con que Dios sea del Real Madrid (que seguramente lo sea).

Tiene que ver con que somos el Real Madrid y nunca nos rendimos.

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